En las montañas agrestes del sur del Quindío, en 1.903, don Segundo Henao, fundó a Génova, haciendo memoria de la patria de Cristóbal Colón, el descubridor de América.
Su templo hermoso con sus dos torres y su cúpula mirando al cielo nos hablan de una raza tesonera y religiosa, amante de María, que entre las montañas se alza como Nuestra Señora de la Paz de Génova.
Tierra fértil de aserradores, arrieros y agricultores, bañada de sur a norte por los ríos Gris, San Juan y Rio Rojo. Allí llegaron sus antepasados procedentes de la culta Salamina y de Pácora, Caldas, por diferentes caminos y épocas.
En Génova, el 4 de marzo de 1958, nació Francisco Antonio Ceballos Escobar, en el hogar conformado por Julio Ceballos Martínez y Rosalbina Escobar Arango.
Es el quinto de trece hijos, siete mujeres y seis hombres, de los cuales tres partieron a la casa del padre en su niñez.
Lo acercaron a las aguas del bautismo a los ocho días de nacido y fue ungido con el Crisma de los testigos de la fe, sin haber cumplido los cuatro años de edad, en una de las visitas pastorales que hizo el recién nombrado obispo de Armenia Mons. Jesús Martínez Vargas.
Cumplidos los ocho años, cuando, según la época, había adquirido uso de razón, recibió el sacramento de la Eucaristía, que, a la postre, significó para él el alimento espiritual que le permitió adherirse más a Cristo y cuidar el germen de vocación que se iba perfilando.
El Señor lo llamó desde pequeño. Con su hermanito Carlos Alberto, después de la misa de 6.00 a.m., replicaban la celebración en la mesa vieja de la casa, en un mantel manchado, una sábana, una taza de esmalte, un poco de chocolate y una arepa repetía el gesto eucarístico del sacerdote, y por qué no, el de Cristo en la última cena.
Su infancia transcurrió en Génova, entre juegos, estudio, trabajos caseros y una gran cercanía a la Iglesia, en donde encontró excelentes sacerdotes y religiosas, que con su ejemplo, lo encaminaron y alimentaron la idea de hacerse sacerdote. Como el joven Samuel, respondió al llamado de Dios con generosidad: habla señor que tu siervo escucha. Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad.
De su padre aprendió a leer y amar la Palabra de Dios, y de su madre el amor por el estudio, quien a través de poesías y canciones lo incentivaba hacia la escuela y los libros.
Como cualquier adolescente también se enamoró. Amor de adolescencia. Puro y respetoso como el de la época. Alimentado por las bellas letras de las canciones, que más que repetición de palabras y sonidos, eran verdaderos poemas para resaltar el amor.
A la edad de 16 años viajó a la ciudad de Armenia, tratando de buscar mejores oportunidades de estudio, como lo pensaban sus padres. En Armenia frecuentó la parroquia del Sagrado Corazón, en donde oficiaba el padre Gil, su antiguo mentor. Se matriculó en el colegio Alejandro Suarez y para ayudar en el mantenimiento de la casa trabajó en la encuadernadora de don Roberto, un viejo amigo de la familia.
Al terminar el noveno grado en la ciudad de Armenia, invitado por el Padre Manuel Guerrero, viajó al Seminario Menor de los padres redentoristas, en Manizales, en donde obtuvo su grado de bachiller.
Fue famoso el discurso de grado que dirigió a los asistentes en nombre de sus compañeros bachilleres. Citando al gran psicopedagogo brasileño Paulo Freire, invitó a los asistentes a dar el paso de una educación bancaria, como la que se daba en el momento, a una educación liberadora, como sugerían las nuevas tendencias en el campo de la educación.
Convencido de su opción en el seguimiento de Cristo en la Congregación del Santísimo Redentor, hizo el noviciado en la ciudad de Piedecuesta, Santander. De él escribió el maestro de novicios en el último informe enviado al consejo provincial para la aceptación a los votos religiosos: “joven que hace despertar buenas esperanzas… tiene una voluntad decidida y una gran rectitud. Su esfuerzo ya realizado hace esperar que en ese plan pueda llegar a ser un excelente religioso y un celoso sacerdote. Tiene muy buenas aptitudes para trabajo pastoral, especialmente con jóvenes…”. Profesó como religioso redentorista el 14 de enero de 1979.
Cursó los estudios filosóficos en el Centro de filosofía y pastoral, institución fundada por los Misioneros redentoristas y Misioneros de la Consolata. Al terminar su preparación filosófica, alternando con muchas experiencias de misiones populares, fue enviado a la ciudad de México en donde cursó los estudios teológicos, que tuvo que interrumpir por el fallecimiento de su señor padre, pero sin perder tiempo se matriculó en la universidad javeriana de Bogotá.
El 4 de agosto de 1984, ante el padre General de la Congregación del Santísimo Redentor, en la Basílica del Señor de Los Milagros de Buga, pronunció sus votos perpetuos. El 13 de octubre del mismo año recibió la ordenación diaconal de manos de Monseñor Arcadio Bernal Supelano. Para recibir la ordenación presbiteral el 29 de junio de 1985, en la Basílica del Señor de Los Milagros, de manos de Monseñor Rodrigo Arango Velásquez, Obispo de la ciudad de Buga.
La vida pastoral de Monseñor Francisco en la Congregación fue variada y fecunda. Recién ordenado sacerdote fue misionero itinerante por los caminos y veredas de Caldas.
Un año después lo enrolaron en la formación de los futuros sacerdotes redentoristas, como socio del teologado, después director del Seminario menor de Manizales, profesor, capellán. En el año 1990 trabajó en el Vicariato Apostólico de Sibundoy, como director del seminario y rector del Colegio-Seminario. Al año siguiente fue trasladado a la ciudad de Manizales, en donde asumió la rectoría del Colegio-Seminario San Clemente María Hofhabuer, durante cinco años.
Su paso por el Santuario del Señor de Los Milagros de Buga fue fugaz, pues fue enviado a la ciudad de Roma en donde obtuvo la licenciatura en Teología Moral en la Academia Alfonsiana y un curso de perfeccionamiebt4o en Bioética en la Universidad Católica del Sacro Cuore.
Pero, también supo alternar en la animación de la Provincia como consejero extraordinario y ordinario, Vicario del Provincial y superior Provincial de los misioneros redentoristas de la Provincia de Bogotá, por dos trienios consecutivos. Finalizando su servicio en Colombia fue llamado por el Superior General de los Redentoristas para ser uno de los tres moderadores del Capítulo General, ejerciendo esta función, primero desde Boston, Massachusetts, y luego desde Manhattan, “la Gran Manzana”, en donde alternaba con los estudios de la lengua inglesa.
En el mes de septiembre de 2008, sin cumplir el objetivo, para el cual había viajado a los Estados Unidos, fue llamado para regir los destinos espirituales del Vicariato Apostólico de Puerto Carreño, primero como Administrador Apostólico y después como Obispo, ordenación que recibió en la Basílica de Señor de Los Milagros de Buga de manos del Señor Nuncio Aldo Cavalli, el 30 de julio de 2010.
Monseñor Francisco Antonio Ceballos Escobar, dice no pertenecer a ninguna casta sacerdotal o episcopal, ni a una familia levítica, no obstante en su tronco familiar de los Escobar, Arango, Isaza, Gómez, se encuentran varios sacerdotes y obispos que han servido con gloria a la Iglesia, entre ellos: Mons. Augusto Trujillo Arango, arzobispo de Tunja, Mons. Rubén Isaza Restrepo, Arzobispo de Cartagena, Mons. Héctor Jaramillo Duque, obispo de Sincelejo, Mons. Jorge García Isaza, obispo de Tierradentro, Mons. Germán García Isaza, obispo de Apartadó, Mons. Rodrigo Escobar Aristizábal, Obispo de Girardot, Mons. Luis Horacio Gómez Gonzales, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán.
Recibida la ordenación episcopal se posesionó el 22 de agosto de 2010 en la catedral Nuestra Señor a del Carmen de Puerto Carreño, en donde prosiguió su trabajo que traía como Provicario, ahora en propiedad.
Durante los doce años de presencia en Puerto Carreño se preocupó por el anuncio extraordinario del Evangelio a través de las misiones populares, propias del carisma de su congregación. Con la ayuda de sus sacerdotes construyó capillas y templos, y adquirió terrenos pensando en el futuro de la Iglesia de Carreño.
El mundo indígena ocupo un puesto importante en su ministerio. Respondió con prontitud a las emergencias naturales, al fenómeno migratorio, al covid-19, para lo cual reforzó la pastoral social, buscó ayudas económicas para atender a los más necesitados. Los pobres siempre estuvieron en el centro de su ministerio episcopal.
Queriendo atender a los jóvenes creo la parroquia estudiantil, apoyó los conciertos, encuentros, convivencias, etc. Utilizó los medios de comunicación para difundir la palabra de Dios y empoderar en la sociedad el trabajo pastoral y social del Vicariato.
Durante su ministerio episcopal ha ordenado a diez sacerdotes para el Vicariato y una docena para la Congregación del Santísimo Redentor en Colombia, Venezuela y Centro América.
El 22 de abril pasado de 2020, el santo padre Francisco lo llamó para ser el quinto obispo de la Diócesis de Riohacha, la cual aceptó con obsequiosa disponibilidad haciendo honor a las palabras programáticas impresas en su corazón y en su escudo episcopal: aquí estoy señor para hacer tu voluntad. Se posesionó como quinto Obispo de la Diocesis de Riohacha el 4 de junio de 2020.